También influye el clima. Las zonas cálidas y húmedas hacen que perdamos más agua por transpiración y por ello, necesitemos un mayor aporte de líquidos, al igual que ocurre si practicamos deporte de cierta intensidad.

Por otro lado, también debemos tener en cuenta situaciones especiales como el embarazo, lactancia o algunos problemas de salud, como fiebre, vómitos , diarrea… que también aumentarán nuestra necesidad de beber agua.

Independientemente de todo lo anterior, es realmente difícil beber una cantidad excesiva de agua. Suele más bien ocurrir lo contrario: bebemos menos de lo deberíamos.


Entonces, ¿cuál es la cantidad recomendada?

Como norma general, una mujer adulta pierde unos 2 litros de agua al día al respirar, en forma de sudor, orina y otras secreciones. Un hombre pierde un poco más (2,5 litros).

También hay que tener en cuenta que entre el 20 y el 30% de la cantidad de agua necesaria procede de los alimentos.

Un consejo bastante extendido, y que parece razonable, sería beber como mínimo 8 vasos de agua al día.

Se puede considerar que estamos bien hidratados cuando rara vez sentimos sed y el color de nuestra orina es claro.

Si somos de esas personas que les cuesta mucho beber agua, una buena solución pueden ser las infusiones (frías en verano y calientes en invierno), ya que al aportar sabor al líquido puede facilitar la ingesta.

Ojo con los refrescos, zumos y otras bebidas azucaradas que aportan un montón de calorías, además de gas, cafeína y otros aditivos perjudiciales para nuestro cuerpo.

La mayor parte de nuestro cuerpo es agua. Cada célula de nuestros órganos y tejidos la necesitan. Si su aporte no es el adecuado, nos deshidrataremos y nuestras funciones vitales no podrán realizarse de manera adecuada.

Nos sentiremos cansados y sin fuerzas, así que vamos a prestar atención a la cantidad que bebemos diariamente hasta tener un hábito saludable.