¿Sabes qué significa exactamente el SPF? Pues se refiere al tiempo que puedes exponerte al sol sin que la radiación UVB te queme.

Por ejemplo, si nuestro fototipo de piel permite que tomemos el sol diez minutos sin quemarnos, aplicando una protección 20, podremos estar 200 minutos sin que esto ocurra.

Esto sería así en una situación ideal, que nunca se da en la realidad, porque hay un montón de factores que hacen que ese tiempo sea considerablemente menor, como son el roce de la ropa y de la arena, el agua al bañarse, el sudor, no aplicar la protección en casa antes de ir a la playa o la piscina, distribuirlo de manera poco uniforme o con una cantidad insuficiente.

Esta última premisa muy pocos la cumplen ya que deberíamos usar 2 ml de crema por cm² de piel.

Si tenemos en cuenta que recubriendo nuestro cuerpo tenemos de media 2 m², puedes comprobar que un envase debería durar unos cuatro días usándolo un solo adulto, no los 15 días de vacaciones usándolo toda la familia.

Debido a todo esto, la recomendación es reaplicar la crema solar cada 2 horas para conservar la salud de nuestra piel.

¿Qué significa resistente al agua?

Otra palabra que podemos leer en algunos envases, sobre todo en el caso de los productos pediátricos, es que la crema es “resistente al agua”.

Esto no quiere decir que podemos bañarnos todo lo que queramos y que la crema va a permanecer en la piel inalterable.

Lo que quiere decir es que después de dos baños de 20 minutos permanece el 50%. Así que si tenemos niños, que normalmente están entrando y saliendo del agua continuamente, deberíamos aplicar de nuevo protección cada 40 minutos. Seguro que esto sí que no lo esperabais…

Hasta ahora hemos hablado de SPF y, por tanto, de radiación UVB, que  representa el 5% del total de la radiación ultravioleta y es la responsable del bronceado, pero también de las quemaduras solares.

El otro 95% es UVA y sus efectos se acumulan en la piel a lo largo de la vida, ya que penetra hasta capas profundas de la piel y es la responsable de las intolerancias solares, las manchas, el fotoenvejecimiento y, a largo plazo, cáncer.

Aparte de la radiación UV, también recibimos Infrarrojo (IR) que aporta calor, pérdida de agua y por tanto flaccidez. Hay varios laboratorios fabricantes de cremas solares que informan en el envase de la protección que ofrecen frente a todas estas radiaciones.

Y por último tenemos la luz azul, que es la que proviene de los móviles, los ordenadores y todas esas pantallas a las que nos exponemos diariamente y en muchos casos toda una jornada laboral. Se han formulado cremas faciales adaptadas para su uso en la vida diaria y para proteger nuestro rostro del envejecimiento prematuro y de las manchas.

Espero que estas líneas sirvan para que este verano vuestra piel luzca sana, sin sufrir quemaduras, manchas ni eritemas

¡Feliz verano!