Otra palabra que podemos leer en algunos envases, sobre todo en el caso de los productos pediátricos, es que la crema es “resistente al agua”.
Esto no quiere decir que podemos bañarnos todo lo que queramos y que la crema va a permanecer en la piel inalterable.
Lo que quiere decir es que después de dos baños de 20 minutos permanece el 50%. Así que si tenemos niños, que normalmente están entrando y saliendo del agua continuamente, deberíamos aplicar de nuevo protección cada 40 minutos. Seguro que esto sí que no lo esperabais…
Hasta ahora hemos hablado de SPF y, por tanto, de radiación UVB, que representa el 5% del total de la radiación ultravioleta y es la responsable del bronceado, pero también de las quemaduras solares.
El otro 95% es UVA y sus efectos se acumulan en la piel a lo largo de la vida, ya que penetra hasta capas profundas de la piel y es la responsable de las intolerancias solares, las manchas, el fotoenvejecimiento y, a largo plazo, cáncer.
Aparte de la radiación UV, también recibimos Infrarrojo (IR) que aporta calor, pérdida de agua y por tanto flaccidez. Hay varios laboratorios fabricantes de cremas solares que informan en el envase de la protección que ofrecen frente a todas estas radiaciones.
Y por último tenemos la luz azul, que es la que proviene de los móviles, los ordenadores y todas esas pantallas a las que nos exponemos diariamente y en muchos casos toda una jornada laboral. Se han formulado cremas faciales adaptadas para su uso en la vida diaria y para proteger nuestro rostro del envejecimiento prematuro y de las manchas.
Espero que estas líneas sirvan para que este verano vuestra piel luzca sana, sin sufrir quemaduras, manchas ni eritemas
¡Feliz verano!