Realmente esto es lo que ocurre. En el estómago hay unas células que producen ácido clorhídrico, que es necesario para llevar a cabo la digestión, y sus paredes están preparadas para soportarlo. Cuando ingerimos comidas muy copiosas, llenando demasiado nuestro estómago, parte de su contenido pasa al esófago produciendo esa sensación de quemazón en la garganta.
En personas sanas es normal que ocurra de vez en cuando, sobre todo, si se han comido alimentos grasos, alcohol, tabaco, bebidas gaseosas, café, zumos de frutas… En el caso de personas con sobrepeso y embarazadas es más frecuente que suceda. Además, existen otras patologías, como la hernia de hiato, en las que estos síntomas son muy frecuentes.
Si después de cenar nos vamos inmediatamente a dormir, debido a la posición horizontal, aumenta también la probabilidad de padecer ardor.
Aún así no debemos poner varias almohadas para elevar el tronco porque lo que hacemos es doblar la cintura y aumentar la presión sobre el estómago, empeorando todavía más la situación de ardor.
Lo mejor es cenar más temprano para no acostarnos con el estómago lleno, sobre todo, si hemos comido más de lo habitual.