Tener alterado alguno de estos valores por sí solo ya puede ocasionar problemas en nuestra salud, pero si los vamos sumando, el riesgo va en aumento.Es bastante probable que no recibamos ninguna señal de aviso si no nos hacemos analíticas con cierta periodicidad, ya que no suele haber síntomas hasta que algún valor está realmente descontrolado.

Hay factores de riesgo relacionados con la edad, con la genética e incluso con otras enfermedades (apnea, hígado graso…) que nos será difícil o imposible mejorar, pero sí podemos analizar nuestros hábitos de vida y cambiar todo aquello que nos está perjudicando.



¿Qué podemos hacer para mejorar?

Lo primero es empezar a practicar un poco de ejercicio moderado todos los días. Una caminata de treinta minutos sería suficiente en principio, y podemos ir aumentando este tiempo a medida que nuestra forma física mejore.

También conviene introducir cambios en la alimentación (aumentando el consumo de fruta, verdura, cereales integrales y carne magra) y limitar el consumo de sal y de alimentos procesados que contienen grandes cantidades de grasas saturadas

Por supuesto, evitar o reducir el consumo de tabaco y de alcohol.


Todo ello va a disminuir los valores de presión arterial, glucosa y colesterol. Si a pesar de todo, no conseguimos alcanzar el objetivo en alguno de ellos, debemos recurrir a los medicamentos, pero sin abandonar los buenos hábitos adquiridos.


¡Nuestro cuerpo lo agradecerá!