Lo primero es empezar a practicar un poco de ejercicio moderado todos los días. Una caminata de treinta minutos sería suficiente en principio, y podemos ir aumentando este tiempo a medida que nuestra forma física mejore.
También conviene introducir cambios en la alimentación (aumentando el consumo de fruta, verdura, cereales integrales y carne magra) y limitar el consumo de sal y de alimentos procesados que contienen grandes cantidades de grasas saturadas
Por supuesto, evitar o reducir el consumo de tabaco y de alcohol.
Todo ello va a disminuir los valores de presión arterial, glucosa y colesterol. Si a pesar de todo, no conseguimos alcanzar el objetivo en alguno de ellos, debemos recurrir a los medicamentos, pero sin abandonar los buenos hábitos adquiridos.
¡Nuestro cuerpo lo agradecerá!