Todos los “aftersun”, al igual que otras lociones, contienen agentes hidratantes, pero también otros componentes que son los que marcan la diferencia: calmantes, regeneradores, prolongadores del bronceado, antiinflamatorios, antioxidantes...
La exposición a la radiación solar produce daños en la piel que pueden ser irreparables, por lo que lo primero que debemos resaltar es la importancia de la fotoprotección.
Como errar es de humanos y a veces nos quedamos dormidos al sol, nos olvidamos de reponer la crema cada dos horas, nos la extendemos de forma irregular, utilizamos una cantidad inferior a la necesaria o, simplemente, pensamos “casi no hace sol así que no hace falta echarse crema“, se trata de intentar minimizar los daños con un buen producto a posteriori.
¿Qué necesita nuestra piel después de la exposición al sol?
Lo primero que va a necesitar nuestra piel es una ducha de agua templada y con no demasiada presión para retirar los restos de arena, sal, cloro y crema solar.
Una vez limpia, se debe secar con una toalla sin frotar, con suaves toques para no irritarla más de lo que ya está. Después de esto la notaremos tirante y con exceso de calor por lo que agradecerá mucho el “aftersun”.
El “aftersun” debe tener una textura ligera que se absorba con facilidad, incluso puede ser en spray para aplicarla sobre la piel sin necesidad siquiera de tocarla.
Inmediatamente se obtiene calma y confort, pero si lo que tenemos es una quemadura, no será suficiente una sola aplicación, sino que deberemos aplicarla varias veces al día y tardará varias horas en desaparecer la sensación de ardor.