Las estatinas son un grupo de medicamentos indicado para reducir los niveles elevados de colesterol o dislipemia. Como todos los medicamentos, tienen efectos secundarios y del que vamos a hablar en este caso, es el dolor muscular aunque el riesgo de padecerlo en realidad es bastante bajo (aproximadamente del 5%). 

Para que puedas identificarlas fácilmente al leer la composición en la caja, sus nombres más habituales son: simvastatina, atorvastatina, pitavastatina, rosuvastatina, lovastatina y fluvastatina. Si alguna vez te han recetado un medicamento para tratar la dislipemia, seguramente será alguno de estos que te he nombrado.

A veces se percibe una leve molestia como agujetas o calambres pero otras es un poco más intenso y llega a afectar a la vida diaria. También se ha comprobado que hay algunos factores que pueden incrementar las posibilidades de padecerlo como son tomar otros medicamentos para el colesterol, ser mujer, consumir alcohol, tener más de 80 años, padecer enfermedades renales o hepáticas, complexión pequeña, hipotiroidismo o algún tipo de afección neuromuscular.

En cualquier caso, hay que tener presente que no se debe abandonar la medicación en ningún caso, ya que es una gran protección frente a posibles accidentes cardiovasculares. Lo correcto es comentarlo con el médico para que pueda valorar cada caso y hacer las modificaciones oportunas.

Algunas de las medidas que pueden tomarse pueden ser cambiar a otra estatina, ajustar la dosis, no hacer ejercicio de alta intensidad (que también puede influir en los dolores musculares) o evitar la toma conjunta con otros medicamentos indicados para el colesterol porque pueden empeorar la sintomatología. 

También es interesante saber que no se debe tomar algún alimento como el pomelo si estamos a tratamiento con estatinas, ya que contiene furanocumarinas y estas interfieren en la metabolización de estos medicamentos, aumentando considerablemente los niveles en sangre.

Por último, se ha visto que la coenzima Q10, que es además un potente antioxidante, puede ayudarnos a paliar estas molestias. Esta coenzima es producida por nuestro propio organismo aunque a medida que cumplimos años los niveles van disminuyendo.

También podemos ingerirla con la dieta, principalmente en carnes y pescados pero también en verduras, hortalizas, algunas frutas, semillas y legumbres. Si lo prefieres, también se comercializa como complemento alimenticio y puedes encontrarlo en las farmacias.