El factor de protección indica el número de veces que el producto fotoprotector aumenta la capacidad de defensa natural de la piel frente al eritema o quemadura. Es decir, si normalmente nos quemamos tras una exposición de 10 minutos y nos aplicamos una protección con un índice 15, significa que estaremos protegidos durante 150 minutos.

Esto es así si nos la hemos aplicado correctamente: con la piel seca, unos 30 minutos antes de la exposición y en cantidad suficiente. También debemos evitar echarnos colonia, pulverizar agua sobre la piel (produce efecto lupa) y exponernos en las horas en las que la radiación es más alta (entre las 12:00 y las 16:00). Tampoco debemos olvidar proteger los labios y los ojos con unas gafas adecuadas.

Hay otro concepto que también es buenos saber diferenciar y es el de “resistente al agua”. Esto es especialmente importante en el caso de los niños, debido al tiempo que suelen pasar jugando dentro del mar o la piscina . Cuando en un envase nos indica que el fotoprotector es "water resistant" significa que mantiene su capacidad protectora después de 40 minutos de baño. Si por el contrario nos indica que es "water proof", la mantiene después de estar 80 minutos en el agua.

Elegir el fotoprotector adecuado

También debemos saber elegir el fotoprotector adecuado en función del tipo de piel, la zona del cuerpo en la que lo vamos a aplicar y a quién va dirigido. Necesitaremos un SPF más alto cuanto más clara sea nuestra piel, ya que dispone de unas defensas naturales menores que las pieles morenas debido a que en estas la cantidad de melanina es mayor.

La zona del cuerpo y el tipo de piel que tengamos va hacer que nos decantemos por una textura más o menos grasa, no es lo mismo una piel seca que una piel con tendencia acneica o el cuero cabelludo.

Existen texturas en crema, fluido, "oil free", especial para piel atópica, líquidas en spray (no aptas para el rostro), en stick , compacto e incluso en polvo.

Una mención especial requieren los niños, ya que son más sensibles a la radiación solar que los adultos. Los menores de 3 años no deberían exponerse directamente, ya que su piel no está totalmente madura. En cuanto a los que superen esta edad, debemos estar muy pendientes de renovar la aplicación del fotoprotector, que debe ser pediátrico, ya que el roce de la arena, la toalla y los baños disminuyen su efectividad. También es importante protegerles la cabeza con un gorro y darles agua a beber con frecuencia para mantenerlos hidratados.

Tipos de filtros solares:

Existen dos tipos de filtros solares: los físicos y los químicos.

Los filtros físicos no penetran en la piel, actúan reflejando los UV e IR formando una especie de pantalla sobre la piel, que hace que los rayos reboten. Los más utilizados son el óxido de zinc, el dióxido de titanio y la mica.

Hace años dejaban un rastro blanco sobre la piel, pero actualmente su galénica ha mejorado mucho y son bastante transparentes.

Los filtros químicos actúan absorbiendo la radiación y transformándola en otra de una longitud de onda que no daña la piel. Los más utilizados son el PABA, el ácido cinámico, el ácido sulfónico, el alcanfor, la benzofenona y el dibenzoilmetano.

Los niños menores de 3 años y las personas con la piel reactiva deberían optar por una protección solar con filtros físicos, el resto pueden elegir solares con filtros químicos o con mezcla de ambos.

Todos tenemos un capital solar, es decir, un número de horas en las que podemos estar expuestos al sol a lo largo de nuestra vida, sin sufrir daño en la piel. Por eso es tan importante protegerse siempre y desde la infancia.